miércoles, 20 de agosto de 2014

Leptospirosis

Sinonimia: Leptospirosis, enfermedad de Weil (en el hombre), enfermedad de Stuttgart (en perro).

Descripción

La Leptospirosis es una antropozoonosis muy difundida mundialmente, tanto desde el punto de vista humano como animal. Es una enfermedad producida por una espiroqueta perteneciente a la familia Leptospira, la cual se divide en dos grandes grupos: patógenas, Interrogans (afectan al hombre y los animales) y las saprofitas Biflexas (no patógenas). Las patógenas se clasifican en 23 serogrupos que incluyen 212 serovares. Las saprofitas se clasifican en cuatro serogrupos.

La infección es causada por cualquiera de los serovares pertenecientes a la especie interrogans.

El hombre adquiere la infección por contacto accidental con una gran variedad de animales reservorios, tanto domésticos como salvajes, los cuales eliminan grandes cantidades de leptospiras por la orina o bien por contacto con aguas y suelos húmedos contaminados con los organismos que diseminan los animales enfermos o portadores. La leptospirosis humana comúnmente es esporádica o endémica, y sólo pocas veces es grave (enfermedad de Weil) y la mortalidad casi siempre se debe a esta forma clínica.

En el hombre, la vía de infección se realiza a través de escoriaciones de la piel o de las mucosas superficiales: orofaringe, nasal, conjuntival. La infección enteral ocurre pocas veces, ya que la acidez del jugo gástrico destruye las leptospiras. La infección interhumana se considera excepcional, pero el hombre enfermo es también eliminador temporal de leptospiras, éstas se localizan en los riñones. Ambos sexos son susceptibles de adquirir la infección, pero es más frecuente en los hombres, por la mayor posibilidad a la exposición ocupacional o profesionales del agro (campesinos, criadores, trabajadores portuarios, otros).

Agente etiológico.

Las leptospiras son espiroquetas de forma helicoidal, sumamente móviles, ya que tienen movimientos de rotación y traslación en forma de serpentín.

Se caracterizan por poseer un cilindro protoplasmático, una membrana externa y dos filamentos axiales; en cuanto a las características bioquímicas son: gram(-) microaeróbicos, crecen a temperaturas entre 28 y 30 °C, pH entre 7.2 y 7.4, son oxidasa, catalasa y peroxidasa positivas, requieren ácidos grasos con 15 átomos de carbono como fuente de energía, y para su crecimiento, proteína (albúmina de bovino o suero de conejo) como suplemento en los medios de cultivos. Crecen en medios líquidos (Korthoft y Ellinghausen) semisólidos (Ellinghausen y Korthoft) o sólidos (agar de Cox’s).

Características de la enfermedad en el hombre.

La sintomatología es muy variable y puede confundirse con muchas enfermedades, va desde un cuadro subclínico de una enfermedad febril anictérica, frecuentemente etiquetada como “síndrome gripal”, hasta cuadros clínicos ictéricos graves con alto potencial de letalidad. Se conocen dos formas clínicas de la enfermedad: anictérica e ictérica. Cualquier serovar puede determinar las diversas formas de presentación clínica, algunos casos graves están relacionados con el serovar icterohaemorragiae.

Las manifestaciones clínicas van desde una vasculitis generalizada con compromiso del endotelio de los pequeños vasos, extravasación sanguínea, migración de leptospiras a los tejidos y anorexia local que lleva a daño secundario en algunos órganos como: riñones y suprarrenales. Pueden ocurrir hemorragias en casi todos los sectores del organismo, posiblemente asociadas a una toxina producida por la leptospira. Se ha aislado una hemolisina a partir de algunas cepas de los serovares icterohemorragiae y pomona. Recientemente han surgido evidencias del compromiso inmunológico en la leptospirosis: hay una reducción discreta de C3 y C4, deposito de IgG, IgM y beta 1C en los músculos de las pantorrillas, presencia de auto-anticuerpos para musculo esquelético y corazón, depósitos de IgG, IgM y beta 1C y en menor intensidad de IgA y fibrina. Estos hallazgos sugieren que las lesiones musculares y renales pueden ser medidas por complejos inmunes con participación de inmunoglobulinas del huésped y presumiblemente productos antigénicos de las leptospiras.

Forma anictérica.

La enfermedad puede ser discreta, con fiebre, cefalera, dolores musculares, anorexia, náuseas y vómitos de inicio súbito. Dura de uno a varios días, siendo frecuentemente rotulada como “Síndrome gripal o virosis”.

Una infección más severa se puede presentar clásicamente como una enfermedad febril difásica. Una primera fase septicémica o leptospirémica, la cual se inicia abruptamente como fiebre elevada, escalofríos, cefalea, postración y mialgias que involucran los músculos de las pantorrillas, muslos, regiones paravertebrales y abdomen, resultando doloroso a la palpación y pudiendo a veces simular un abdomen agudo quirúrgico. Puede ocurrir anorexia, nauseas, vómitos, constipación, diarrea, artralgia, hiperemia o hemorragia conjuntival, fotofobia y dolor ocular. Hepatomegalia y esplecnomegalia (con menor intensidad) o agravamiento de las manifestaciones gastrointestinales, que se exteriorizan por la presencia de melena o enterorragia y pancreatitis. Epistaxis, dolor torácico, tos seca o con expectoración hemóptica pueden ocurrir. La hemoptisis franca es rara.

Para orientar el diagnostico, con frecuencia se hace necesario una separación entre los síntomas clínicos y las alteraciones histopatológicas pulmonares, siendo indispensable un estudio radiológico. En esa separación histopatológica/radiológica se observan lesiones compatibles con neumonitis intersticial con infiltrados localizados o difusos, derrames pleurales y adenopatía biliar.

En algunos casos se presentan disturbios mentales como: confusión, delirio, alucinaciones y señales de irritación meníngea. Las lesiones cutáneas son variadas: exantemas maculares, maculopapulares, eritematosas, urticariformes, petequiales o hemorragias. Puede ocurrir exantema transitorio del paladar.

Las manifestaciones menos frecuentes son: faringitis, adenopatía cervical o generalizada, parotiditis, epididimitis, prostatitis y edema.

La fase septicémica dura de 4 a 7 días, con una mejoría acentuada de los síntomas a su término. Después de esta fase, por un periodo de uno o dos días, el paciente se siente relativamente bien. Ocurre entonces un recrudecimiento de la fiebre e instalación de un cuadro de meningitis caracterizado por cefalea intensa, vómitos y señales de irritación meníngea, este cuadro se asemeja clínicamente a una meningitis viral. Las manifestaciones clínicas de esta segunda fase, llamada inmune, se inician generalmente a la segunda semana de la enfermedad y desaparecen de 1 a 3 semanas después.

Otras manifestaciones neurológicas son: encefalitis, parálisis focal, nistagmo, convulsiones, disturbios visuales de origen central, neuritis periférica, parálisis de los nervios craneanos, rediculosis, mielitis, síndrome de Guillain-Barré, hemorragias cerebrales y meníngeas, estas suelen dejar secuelas irreversibles. Algunas veces una Leptospirosis puede presentarse apenas como un cuadro de meningitis aséptica. Otra forma clínica de la fase inmune, puede ocurrir con uveítis entre el 4° y 5° mes del inicio de la enfermedad, la cual puede variar su aparición desde la tercera semana del inicio de los síntomas. Algunos pacientes presentan alteraciones del volumen y sedimento urinario a partir de la segunda semana de la enfermedad, una leptospiruria es frecuente desde la sexta semana hasta los tres meses.

Forma ictérica.

En algunos pacientes, la fase septicémica evoluciona a una enfermedad ictérica grave con disfunción renal, fenómenos hemorrágicos, alteraciones hemodinámicas, cardiacas, pulmonares y de conciencia asociada a tasas de letalidad que varían de 10 a 40 % en los diversos casos.

En esta forma, la enfermedad o curso difásico es raramente observada. Los sistemas descritos son más intensos y de mayor duración que la forma anictérica. La ictericia tiene su inicio entre los 3 a 7 días de la enfermedad, se presenta una tonalidad anaranjada (ictericia rubínica) bastante intensa. En la mayoría de los casos la palidez es enmascarada por la ictericia. La hepatomegalia ocurre en 70% de los casos y la esplenomegalia es rara. La insuficiencia renal aguda, generalmente sin oliguria, ocurre en la mayoría de los pacientes, mientras la oligurica es menos frecuente y está asociada a un buen pronostico. Una característica importante de esa insuficiencia con relación a la leptospirosis, es que está asociada con alteraciones hemodinámicas, tales como: deshidratación intensa e hipotensión, las cuales pueden agravar el cuadro y llevar a una necrosis tubular aguda de gran intensidad. Los niveles de potasio sérico están normales o disminuidos, raramente elevados; este fenómeno generalmente se explica por el encuentro de una alta fracción de potasio que acompaña la fracción sodio. Acidosis metabólica e hiperpotasemia, aunque exista insuficiencia renal aguda no son frecuentes.

La complicación cardíaca es menos prominente en el síndrome de Weil, a causa de la miocarditis que se instaura. El colapso cardiocirculatorio y la insuficiencia cardiaca pueden ser encontradas, aunque son menos frecuentes que las alteraciones electrocardiográficas traducidas por alteraciones del ritmo, de la repolarización ventricular y bloqueos ventriculares, éstas pueden agravarse por alteraciones metabólicas y en especial hipopotasemia.

Hay hemorragias en forma de petequias, equimosis o hemorragias pulmonares y gastrointestinales exteriorizadas por hematemesis y melena o enterorragia. La coagulación intravascular diseminada puede ocurrir, aunque es rara en los casos de Leptospirosis.

En la fase inmune, el paciente presenta regresión progresiva de los síntomas y evoluciona hacia la mejoría entre 1 y 2 semanas.

Diagnostico diferencial.

El diagnostico diferencial debe hacerse con: dengue, paludismo, enfermedades eruptivas, hepatitis vírica, fiebres de origen desconocido, influenza, “enfermedad viral”, rickettsiosis (fiebre Q, tifus) borreliosis, brucelosis, toxoplasmosis, pielonefritis, fiebre amarilla, fiebre hemorrágica epidémica, hantavirus, septicemia con ictericia o una variedad de enfermedades semejantes y localmente prevalentes.

Tratamiento

Se aconseja la administración de altas dosis de Benzylpenicilina (6 a 8 megaunidades) diariamente, durante 5 a 6 días, divididas en dosis intramusculares o endovenosas. Este tratamiento es efectivo durante la fase septicémica de la enfermedad. Como tratamiento alternativo para pacientes alérgicos a la penicilina, puede utilizarse la Eritromicina a razón de 250 mg cada 6 horas, durante 5 a 6 días o Doxycyclina a razón de 200 mg diarios distribuidos en dos tomas, por un período de 8 días, además, de un tratamiento sintomático y diálisis renal o peritoneal, cuando el estado del paciente lo requiera. El tratamiento debe ser indicado y supervisado por el médico.

Características de la enfermedad en los animales.

Bovinos

Afecta con preferencia a los animales jóvenes y son éstos los que presentan una sintomatología muy definida de la enfermedad. En los bovinos puede tener una evolución aguda, subaguada o desarrollarse progresivamente a una forma crónica, esta última puede quedar clínicamente inaparente. La iniciación de las formas agudas o subagudas es brusca, existe fiebre, debilidad, congestión, signos hepáticos o renales con ictericia, disminución y luego supresión de la producción láctea. La hemoglobinuria no es un signo constante, desarrollándose la enfermedad a veces con complicaciones. El aborto y nacimiento de animales débiles es común. Si el feto está suficientemente desarrollado, se puede realizar la serología a partir de una muestra de sangre e intentar el aislamiento de la cepa. En las vacas no gestantes, la infertilidad ha estado asociada a las formas benignas de leptospirosis.

La distribución de los serovares de Leptospira interrogans no es homogénea en todos los países, por lo tanto no debe esperarse un aislamiento idéntico.

La presentación clínica de leptospirosis no guarda relación con el serovar infectante, éste puede ser cualquiera, en cambio si está relacionada con el grado de virulencia de la cepa.

Cerdos

Los cerdos pueden ser infectados por cualquier serovar de Leptospira interrogans, aunque como en el caso anterior, siempre habrá un serovar común en la zona en estudio, responsable de casi la totalidad de los casos. En los cerdos adultos la enfermedad pasa desapercibida a la observación, y los animales pueden mostrar un pico febril de corta duración. En los animales en gestación puede ocurrir: aborto, nacimiento de animales débiles o mortalidad de lechones.

En los animales de corta edad, la enfermedad es más evidente, pudiendo mostrar congestión conjuntival o episcleral, hemorragias en mucosas, hematuria con ictericia y manifestaciones renales.

Caninos

Puede presentarse en forma asintomática, con cuadros clínicos muy graves y con curso de fulminantes a crónicos. Los signos que con mayor frecuencia acompañan al cuadro clínico no son de por si patognomónicos de leptospirosis. Puede presentarse hipertermia, mucosas y conjuntivas hiperémicas, debilidad, depresión, anorexia, vómitos, hemorragias, ictericia, anuria, oliguria, lumbalgia, dolor renal a la palpación, posiciones antálgicas, mialgias, diarrea, convulsiones glositis-estomatitis, disnea, otros.

Animales silvestres.

En condiciones naturales es muy difícil encontrar animales silvestres con signos de leptospirosis. La infección se instala principalmente en roedores y pequeños mamíferos sin producir manifestaciones clínicas aparente. Es más común el aislamiento de leptospiras y la positividad serológicas en animales que viven preferentemente sobre la tierra o que alternan su vida entre los árboles y el suelo, que en aquellos con un régimen de vida arborícola.

Fuente y ciclo de infección.

Las leptospiras presentan un ciclo de trasmisión natural cuya fuente originaria de infección ha sido casi siempre los animales enfermos, los cuales contaminan el medio al eliminar el microorganismo por vía urinaria; una gran mayoría de animales silvestres han venido adaptándose a las leptospiras y no presentan síntomas, pero si se comportan como verdaderos reservorios de la infección (roedores). La orina es la principal fuente de contaminación debido a que los animales (cerdos, bovinos) después de curados eliminan leptospiras por periodos prolongados, en algunos casos (bovinos) más de un año. Las secreciones uterinas también juegan un papel importante en la contaminación del medio ambiente.

La enfermedad se transmite a otros animales, ya sea intraespecies o interespecies, y éstos a su vez la trasmiten al hombre, ya sea por vía directa o indirecta. Esta última es la más común, por cuanto se realiza a través del suelo, aguas y alimento contaminados. La infección tiene lugar por las escoriaciones cutáneas, mucosas bucal o nasal en aquellos animales susceptibles que se mantienen en ambientes cuyas condiciones son adecuadas por la sobrevivencia del microorganismo.

La capacidad de supervivencia de las leptospiras en el medio ambiente depende de las condiciones del suelo (humedad, temperatura y pH) y del grado de contaminación de las aguas por el germen. Para el mantenimiento de las leptospiras en la naturaleza, es necesario que haya un alto grado de humedad ambiental, temperatura entre 15 y 30 °C con un pH ligeramente alcalino o neutro, lo cual hace que el germen se multiplique y se disemine fácilmente en los rebaños.

En épocas de lluvia, la infección es altamente favorecida por el desplazamiento de las aguas de un lugar a otro, principalmente en aquellas áreas donde el desnivel del suelo facilita el estancamiento. Aunque las leptospiras son susceptibles a la baja humedad o desecación, a las bajas y altas temperaturas y a los pH que se alejan de lo neutro o alcalino, siempre constituyen un riesgo en las áreas tropicales por las frecuentes variaciones de las condiciones del medio físico.

La comercialización de animales domésticos y el desplazamiento de animales silvestres constituyen los factores más importantes en la transmisión de los diversos serovares de un rebaño a otro. La enfermedad se propaga de un lugar a otro o de un rebaño a otro, cuando hay desplazamiento de animales infectados e incluso curados que eliminan en forma intermitente el microorganismo en la orina por periodos prolongados.

Tratamiento

Se utiliza, tanto en bovinos como en suinos, la Dihydroestreptomycina en dosis de 12 a 25 mg/kg, durante tres días sucesivos, buscando no solo el tratamiento de la enfermedad, sino también el control de la localización renal de leptospiras, esto último se logra sólo parcialmente en los animales tratados.

En los caninos está recomendado el uso de penicilina (Benzyl Penicilina) a razón de 100.000 a 150.000 unidades/kg durante 4 a 5 días. También ha sido recomendado el uso combinado de Penicilina – Dihydroestreptomicina (Combiótico) lo cual no siempre es conveniente. Igualmente es necesario acompañarlo con un tratamiento sintomático.

El tratamiento debe ser indicado y supervisado por el médico veterinario, consúltelo.

Pruebas de laboratorio.

Debido a que las manifestaciones clínicas de las leptospirosis varían en tipo y gravedad, tanto en el hombre como en los animales, es casi imposible la confirmación clínica de la enfermedad; de allí la necesidad e importancia del diagnostico de laboratorio para confirmar los casos de leptospirosis, así como también para verificar la condición de portadores y determinar el alcance del problema e implantar las medidas de prevención y control.

Las manifestaciones clínicas y la gravedad de la infección por leptospiras varían en alto grado. Un caso de leptospirosis puede pasar desapercibido como infección inaparente, en forma benigna subclínica y de esta manera ser subestimado y verificado sólo por las reacciones serológicas cuando aparecen los anticuerpos. Además de esta forma existen otras más agudas graves y fatales en el hombre y en el perro, las cuales son poco frecuentes, pero la mayoría de las infecciones varían desde la más benigna hasta la ligeramente grave. Esta gravedad depende de tres factores: estado general del huésped, especie del huésped y el serovar involucrado en la infección.

El diagnostico de leptospirosis requiere de la combinación de una serie de parámetros, entre los cuales se debe incluir la historia clínica, estudio serológico, bacteriológico y examen histopatológico. A fin de obtener la muestra adecuada para efectuar el diagnostico de leptospirosis, se debe conocer la dinámica de la enfermedad. En una infección por leptospirosis se pueden considerar tres fases, aunque en la mayoría de los casos se encuentran superpuestas y no es posible diferenciarlas.
  1. Fase leptospirémica: Llamada septicémica, tiene una duración de 7 a 10 días. Se caracteriza por la presencia del microorganismo en el torrente sanguíneo. En esta fase las leptospiras pueden ser aisladas por cultivos directos o inoculaciones de animales de laboratorio (hamsters) con sangre, hígado, bazo, riñón, cerebro, pulmón. Durante este período las reacciones serológicas resultan negativas.
  2. Fase inmunitaria: Comienza al día siguiente de iniciada la enfermedad y aparecen los anticuerpos específicos en sangre. Durante esta fase es donde se hace posible la reacción serológica.
  3. Fase leptospirúrica: Es inmediata a la anterior. Hay excreción de leptospiras por la orina.
Serología

Debe hacerse mediante la prueba de aglutinación microscópica (MAT) recomendada por la Organización Mundial de la salud por su alta especificidad.

El resultado serológico es más precoz que el aislamiento, sin embargo éste debe ser intentado en todos los pacientes, ya que aporta un dato epidemiológico de valor. La leptospirosis cuando recién se inicia en el hombre, tiene una presentación serológica muy particular. El suero muestra coaglutinaciones muy amplias con diferentes serovares. Este comportamiento serológico permite establecer el diagnostico con certeza. Sin embargo, este estudio no reemplaza el aislamiento.

Para la serología se requiere de suero. La misma puede ser efectuada en un individuo o en un muestreo representativo de una población. Debe enviarse al laboratorio especializado muestras pareadas debidamente identificadas de un mismo animal, con un intervalo de 10 a 25 días. Es necesario enviar al laboratorio por lo menos 5 ml de sangre sin anticoagulante para la extracción de suero, la cual no debe estar hemolizada, libre de contaminantes y ser remitida en un tiempo menor de dos días de su extracción, y bajo refrigeración para evitar el deterioro. En caso de enviar suero, éste debe reunir las mismas condiciones; sin embargo puede ser conservado bajo congelación por un periodo mayor, antes de su envío al laboratorio. Estas mismas recomendaciones son validas cuando la prueba serológica se va a realizar con líquido cefalorraquídeo, suero lácteo, humor acuoso u orina.

Muestreo para aislamiento.
  • Cuando se intente aislamiento a partir de orina de animales sospechosos, se debe tener en cuenta que la excreción de leptospiras en orina es intermitente, y por lo tanto se debe tomar más de una muestra diaria (en la fase crónica de la enfermedad). Se le debe administrar un diurético al animal, ya que por su acción de barrido aumenta en forma considerable las posibilidades de aislamiento. Esta muestra debe ser enviada al laboratorio refrigerada en un periodo menos de 8 horas de su extracción.
  • Como método biológico de aislamiento pueden utilizarse hamsters recién destetados de aproximadamente 50 g de peso e inoculados con 0.5 ml de orina intraperitonealmente y enviados a un laboratorio especializado en un periodo no mayor de 5 días.
  • En caso de aislamiento de muestras sanguíneas, éstas deben ser obtenidas durante la fase leptospirémica y procesadas inmediatamente (en un período menor de 6 horas).
  • Las de leche o líquido cefalorraquídeo deben ser obtenidas en la fase aguda de la enfermedad y procesadas inmediatamente.
  • En caso de presentarse aborto en los animales, no es recomendable utilizar tejido placentario, ya que éste resulta muy contaminado. Los órganos de elección serán: hígado, riñón (procesado inmediatamente) y humor acuoso (procesado en 72 horas).
  • En caso de animales muertos, los órganos a elegir son: cerebro, hígado, glándulas suprarrenales (procesados inmediatamente) humor acuoso y hueso largo (procesados en un periodo de 72 horas).
Medidas de control.
  
Existen en el mercado una serie de bacterinas elaboradas con los serovares frecuentes en el país. Las vacunas deben inmunizar frente a los serovares causantes de enfermedad. En bovinos y cerdos se pueden utilizar vacunas con serovares múltiples de Leptospira interrogans a condición de que en ellas se encuentren incluidos los serovares más frecuentemente aislados de casos clínicos. También pueden emplearse vacunas combinadas con otros microorganismos bacterianos o virales.

En caninos, la vacuna debe contener serovares de los serogrupos Icterohaemorragiae y Canicola, al igual que en bovinos y cerdos.

En bovinos, debe contener serovares de los sero grupos: Hardjo, Hebdomadis y Pomona.

Bovinos

Se recomienda el esquema de inmunización siguiente:
  • 1er Año: A+B, donde A representa la población total de los animales de la finca considerada y B los animales nacidos ese año.
  • 2do Año: B+C, donde B son los animales nacidos el año anterior y C los nacidos el segundo año.
  • 3er Año: B+C+D, al grupo anterior se suma el D, correspondiente a todos los animales nacidos este año.
  • 4to Año: B+C+D+E, donde E corresponde a los nacimientos de este año.
  • 5to Año: C+D+E+F, es decir B ya no es vacunado, pero si se vacuna F que corresponde a los nacimientos de ese año.
Para asegurar el control total de la población animal y disminuir la excreción de leptospiras en el medio, es necesario llegar casi a 100% de cobertura vacunal. Vacunaciones suplementarias antes del servicio y por consejo veterinario pueden ser efectuadas sin alterar el esquema señalado.

La primera vacunación debe hacerse inmediatamente después del destete; cuando los animales son alimentados precozmente en forma artificial deberán ser vacunados inmediatamente y revacunados a los 30 días.

Cerdos

Los cerdos deben ser vacunados al memento del destete y se continuará revacunando por lo menos una vez al año.

Caninos

La vacunación se efectuará inmediatamente después del destete y se repetirá anualmente.

Bibliografía

Aguirre, L. 2000. Zoonosis más frecuentes en Venezuela. Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuaria. Centro Nacional de Investigaciones Agropecuaria (FONAIAP). Instituto de Investigaciones Veterinaria. Maracay, Venezuela. pp. 9-23. (Serie D No. 41).






   

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